viernes, 6 de diciembre de 2013

Lo mejor de un viaje

Desde la última vez que escribimos en el blog pasaron tres meses y MUCHAS, realmente MUCHAS cosas…




Bajamos por Centroamérica
Visitamos amigos: otra vez nos sentimos como en casa!
Confirmamos que “los Rodriguez” son y serán nuestra familia Chapina,
que en Honduras contamos con dos grandes amigos: Maria y Adan
que en la Fortuna tenemos una banda de amigos HERMOSOS, cada uno bien distinto, cada uno bien UNICO…
También conocimos (aunque de modo veloz) nuevos países como El Salvador y nuevas amistades como a Tonito en Guatemala, 

Lamaslinda se rompió,
Guille se enfermó,
Logramos dejar una huella de color en Guatemala,
Probamos tiburón, pupusas Salvadoreñas, volvimos a tomar cafecito Chapin, el pastel de yuca de Doña Gloria y las delicias de Doña Maritza
Conocimos Bocas del Toro,
Llegamos a tiempo a Panama
Conocimos a dos lindas personas: Armin y Tania, de alemania
Cruzamos camino (mates y guitarreada) con Nati, Lucas y la Ñata (hasta entonces amigos virtuales)
Lamaslinda volvió a navegar el Mar Caribe dentro de un contenedor,
Volvimos a pisar suelo Sudamericano,
Regresamos a la hermosa Cartagena,
Volvimos a Santa Marta por segunda vez…
Hicimos en un dia de avión lo que hace años habíamos hecho con paciencia a 70 kilómetros por hora,
LLEGAMOS A ARGENTINA!... Y DE SORPRESA!!!!
Disfrutamos del inolvidable casamiento de la Luli y Esteban
Comimos mil asados y cosas ricas, de esas que son bien nuestras y que tanto se extrañan estando lejos
Abrazamos a nuestros amigos una y mil veces
También tuvimos visitas en Argentina: el Quile desde Colombia, bebe y Sole desde Córdoba, y conocimos otro amigo "virtual", futuro viajero, Juan Gabriel...
Abrazamos mil veces mas a nuestros amigos a nuestra familia y...
Nos volvimos a despedir...
Volvimos por tercera vez a Santa Marta, Colombia…



Todo eso??? Y como llega uno a hacer tanto en tan poco tiempo? Quien sabe o como dicen: el que quiere puede. Y nosotros queríamos volver a Centroamérica porque, si bien es real la posibilidad de enviar la kombi desde puerto de Veracruz (México) a Cartagena (Colombia) por el mismo precio que desde Panamá a Cartagena, evitando bajar por tierra, justamente eso es lo que no queríamos evitar sino que sentíamos una necesidad muy grande de volver a ver a nuestros amigos de Centroamérica. Porque, en definitiva para nosotros, lo más lindo y lo más grande de viajar son las amistades que uno siembra en los nuevos países, la gente que a pesar de la diferencia de culturas te llega al corazón y te abraza como si siempre te hubiese conocido. Te genera esas ganas de volver a verlos y sentirte como en casa y en familia.
Por otro lado había surgido algo que cambiaria nuestro modo de pensar, el casamiento de dos grandes amigos nos harian evaluar la posibilidad de volver a Argentina a pesar de nuestra voluntad de nunca regresar sin Lamaslinda andando.
Un mes en Argentina resulto poco, no llegamos a sentarnos tranquilos y tomar mates con largas charlas al lado de cada persona querida, no alcanzamos a hacer todas las cosas que planeábamos pero nos dejo la tranquilidad en el corazón de que “los de siempre” son los de siempre, están alla, esperando a un nuevo abrazo.

Volver no fue difícil ya que teníamos que reencontrarnos con nuestra Maslinda y contamos con muchos planes en la cabeza: pintar en Colombia, Venezuela, Cuba (quien sabe), Brasil, Uruguay, Paraguay… festejar y vivenciar un mundial, de cerca; cruzar el amazonas, etc etc etc.
Desde Palomino, un pequeño pueblo Colombiano compartimos días con amigos del viaje, nuevos amigos: Ana, Ser…. Los abrazamundos… compartimos días planificando el que será nuestro nuevo mural, esta vez Colombiano.
Hoy ya en Colombia, ya no miramos mas al norte, Lamaslinda apunta al Sur y esa es una sensación rara después de meses que fueron años con una meta alla arriba, en México. Hoy, casi pisando suelo Venezolano, mucho mas cerca de “casa” o del lugar que nos vio nacer, miramos hacia atrás y vemos unos últimos meses intensos, de muchas emociones. Nos reencontramos con gente muy querida: de esa que nos acompaña desde la infancia y de la que conocimos en el viaje. Nos damos cuenta que el estar viajando nos abrió muchas puertas y no solo nos permitio conocer nuevos paisajes, otras culturas, diferentes modos de pensar…. Además nos regaló lo mas lindo: las amistades.