sábado, 20 de agosto de 2011

APRENDER A SOLTAR Y CONVIVIR EN UN 2 X 4
Lejos de la rutina y la cotidianeidad  nuestra vida se convirtió en un ir y continuar yendo. Cada lugar que conocemos es único y en su carácter de único presenta similitudes como encontrar gente que tenía que estar allí para nosotros, para enriquecernos; como descubrir cosas nuevas que nos gusta hacer, hasta por ejemplo que en cada lugar alguna mascota nos “adopte como dueños” y nos acompañe las horas, días o semanas que nos quedemos en ese lujar. El corazón se ablanda, se encariña, pero también aprende a guardar cada persona, enseñanza, mascota, hábito en lo profundo de nuestro ser. Nos vamos y se van con nosotros, se quedan y parte nuestra se queda también ahí por siempre. Aunque siempre cueste, soltamos amarras, el barco fluye y continúa su rumbo.
La vida en Combi parece toda una aventura, y lo es. Pero es de esas que no deja de enseñar cosas. Los lujos y el confort quedaron atrás o quizás aprendimos que el lujo para nosotros no tiene forma ni tamaño, sino que es cualquier sitio que nos deje cumplir metas y ser felices. En la combi hay dos mandamientos, sí sólo dos: paciencia y respeto; cumpliéndolos, a pesar de las dificultades, no cabe duda de que los tres llegaremos a México y más allá. Dormir en la camio lejos está de un súper somier de dos plazas, no sólo porque la cama es mucho más pequeña (Guille sobrepasa su tamaño) y el colchón no tiene resortitos, además dormir de corrido no es cosa de todos los días y, lo que sí puede ser habitual es despertar por el ruido de algún transeúnte haciendo sus necesidades afuera de la camio, o una gaviota caminando arriba de nuestra casa, La Más Linda, hoy también apodada: el tronco (o troncomóvil).
Nos dieron tres meses de visa en Peru que ya se vencieron y se renovaron. Es que nos sentimos tan tan tan a gusto donde estamos, y estamos haciendo tantas cosas que nos llenan el alma, compartiendo, conviviendo y trabajando con personas que también nos llenan el alma… Una vez más el desafío: soltaremos amarras y seguiremos subiendo… otra vez el desafío de aprender a soltar y seguir nuestro camino.
Atrás quedarán nuevos amigos: Majo, Lucho, Andy, Marianita, Yola, a los que esperamos volver a ver en algún momento. Atrás quedarán nuevas mascotas: Laica y Guazú, Milonga y Ricota, que tantas sonrisas nos sacaron. El viaje continúa porque el camino es largo y nos llama, y entramos en él llenos de nuevos conocimientos y nutridos de experiencias propias y ajenas.
Nuestras bocas, bocas del tiempo, cuentan el viaje.