Dijo el Chavo, y así como así se pasaron casi 6 meses
desde que entramos a México.
Un año nuevo nos recibió con muchas visitas más de familia y amigos que aprovechamos al máximo; unos hermosos días en familia con Marina, Cleu, Delfi y Jochi, otros tantos con el amor materno de la Ceci, algunitas noches con amigos de siempre que llagaron de sorpresa, todos acompañados religiosamente de fernet y yerba. Su presencia nos cargó las pilas de olor a casa y abrazos y risas conocidas, cálidas y nuestras.
Con la excusa de renovar la visa de Lamas acomodamos
un par de cosas en la camio (un poco de agua, fruta y fideos) llenamos el termo
y tempranito salimos a la ruta rumbo a la frontera con Belice. Mantenernos
tanto tiempo en un mismo lugar no es usual para nosotros y ya empezábamos a necesitar con ganas
movernos un poco, salir a pasear en busca de cosas nuevas por conocer. No hay
nada más lindo que tomar unos mates mientras manejo y la rubia me lee un libro.
Previa parada a almorzar en Bacalar, pueblo q no deja
de asombrarnos por la belleza de su laguna, llegamos a la frontera en las afueras
de Chetumal pasado el mediodía. Para obtener nuevamente 6 meses de estancia
necesitábamos salir de México por lo menos 3 días… o pagarle al agente migratorio
1500 pesos cada uno, algo así como 120 dólares por persona. No teníamos apuro
ni ganas de darle ese dinero a ese señor, por lo que nos adentramos curiosos en
este pequeño país centroamericano.
Según nosotros Belice no forma parte de América
Latina, ya que principalmente hablan inglés. Sin embargo su variedad cultural y
étnica, lleva a que entre los apenas 350.000 habitantes que hay en todo el país
coexistan grupos indígenas, españoles, negros, ingleses, alemanes menonitas,
turcos y chinos desparramados por todo el país lo que hace que en algunas
regiones, además de inglés se hable español, en otras kriol, en otra alemán, en
otra garífuna que es una mezcla de
idiomas caribeños e inglés. Por eso no es raro ver pasar en bici a un chino
medio negrito con rastas hasta la cintura.
Su atractivo natural también es enorme, ya que cuenta
con gran cantidad de ríos que atraviesan todo su territorio hasta desaparecer
en el mar; posee una de las barreras coralinas más grandes del mundo, islas
paradisiacas como la que Madona le dedicó una canción, un agujero azul en medio
del mar que, según dicen los de por ahí no tiene fondo y es excelente para
bucear; largas y blancas playas, ruinas mayas en medio de la selva…
Nada de esto vimos nosotros.
Sin embargo pudimos disfrutar de un mar cuasi laguna
que era un espejo solo para nosotros, con el agua que no llegaba a ser ni dulce
ni salada debido a que dos rio desembocaban cerca de allí. Nuestra estancia en
Belice se redujo al pequeño poblado Consejo Shores a escasos kilómetros de la
ciudad de Corozal, cerca de la frontera mexicana. Corozal y Consejo Shores son
dos lugares totalmente distintos ya que mientras el primero es una ciudad
pobre, fea, abandonada en la que habitan beliceños que hablan un poco de
español, la segunda viene a ser como un barrio residencial en el que se
instalaron jubilados estadounidenses luego de comprar todas las tierras a
orillas del mar. Allí construyeron sus casas con enormes jardines de césped
impecable que llega hasta la calle (que muy inocentemente se llama Calle del
Contrabando) por la que salen a caminar o en bici, pasear al perro y saludarse.
Un viejito piola nos indicó donde podíamos
estacionarnos para dormir, un parque verde y arbolado a orillas del mar, y como
estaba oscureciendo preparamos una cenita y nos tiramos a ver las estrellas que
estaban en su esplendor máximo gracias a la ausencia de luz artificial en las
calles. Pasamos unos días muy relajados allí, siendo observados por viejitos
intrigados y preocupados por nuestra presencia en el lugar. Yo creo que todos
vinieron a preguntarnos quien nos dio autorización para estar allí, y de paso a
chusmear un poco. Mientras tanto, nosotros desarrollábamos actividades
amenazantes y subversivas del tenor de: jugar a las cartas, nadar, leer, jugar
vóley y hacer artesanías.
Finalmente las autoridades del lugar se hicieron presentes con traductor y todo, lo que más les intrigaba era como habíamos descubierto ese lugar; mirando un mapa señor! Luego de examinarnos determinaron oficialmente que éramos inofensivos y que la inseguridad que los vecinos sentían por nuestra presencia no tenía fundamento. Sin embargo estamos seguros que todo el vecindario respiró aliviado cuando vieron partir despacito a Lamaslinda Viajera y pudieron regresar al fin a sus trotes, paseos en bici, juntar la caca al perro y saludarse.
Finalmente las autoridades del lugar se hicieron presentes con traductor y todo, lo que más les intrigaba era como habíamos descubierto ese lugar; mirando un mapa señor! Luego de examinarnos determinaron oficialmente que éramos inofensivos y que la inseguridad que los vecinos sentían por nuestra presencia no tenía fundamento. Sin embargo estamos seguros que todo el vecindario respiró aliviado cuando vieron partir despacito a Lamaslinda Viajera y pudieron regresar al fin a sus trotes, paseos en bici, juntar la caca al perro y saludarse.
Nos quedamos con ganas de conocer el resto de Belice,
ya que los pocos habitantes de Corozal con los que hablamos nos pareció gente
muy amable y cordial. Sin embargo preferimos ahorrarnos ese dinero para la
frutilla del postre, el dulce de leche del bombón escocés:
C U B A!!!
Proximamente
Solo en
www.daviadaparamas.blogspot.com
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