miércoles, 12 de febrero de 2014

PINCELADAS COMPARTIDAS

Y se fue el mural número 13, de esos que hacemos con el corazón y por puro placer. Pero esta vez, como ya pasó en otras oportunidades, no estuvimos solos.  Encontramos en el camino a dos argentinos que comparten un plan parecido al nuestro (como tantos otros) de viajar por Latinoamérica, de conocer otras culturas, otras realidades… de aprender “el catecismo que enseñan solo los viajes” como alguna vez escuche en una canción. Entonces los invitamos a pintar con nosotros y ellos aceptaron, siempre quisieron pintar en su viaje y quizás, quien dice, con este empujoncito también empiecen a dejar huellitas de color a su paso. 
Nos fuimos de Santa Marta una mañana, abrazando fuerte a nuestro gran amigo Quile, aquel colombiano que conocimos de casualidad un día y desde ahí seguimos cruzando caminos hasta en argentina, conociendo su familia y compartiéndole las nuestras, charlado mucho, haciéndonos sentir siempre como en casa en su querida Colombia.

Llegamos en menos de una hora a Palomino. Nos habían hablado bien del pueblito asi que queríamos intentar pintar ahí. Todo se dio de buena manera. Encontramos un espacio para guardar las dos camionetas y aguardar a que el lunes alguien nos diera un si y así comenzar a pintar. Mientras empezamos a empaparnos de la dinámica del lugar. Conocimos a Juan Manuel y su hijo, ambos argentinos, al Pirata, un Colombiano que lleva un parche en el ojo y mil aventuras encima por viajar en camión años y más años. Los tres resultaron una gran ayuda para nosotros, hasta Juan Manuel acabó dejándonos su casa por unos días tras viajar ellos a Venezuela. 

El pueblo de Palomino es lindo, pero extraño. La mayor parte de los comercios esta sobre la ruta, la plaza central queda solo a 2 o 3 cuadras de la carretera y en el parque se puede encontrar una catedral que inunda de fuertes campanazos los días y una canchita de futbol con suelo de tierra que se llena bastante seguido de niños y grandes, jugadores e hinchadas. Una linda postal de recuerdo salvo porque hay mucha mucha basura por todos lados. Cerca, a poquitas cuadras se encuentra el rio que también se cruza con el mar…indispensable para refrescar los días característicamente cálidos.
El “sí” llego ese lunes y de inmediato comenzamos a pintar en una pared de la escuela primaria. Para sorpresa nuestra ese mismo día, cuando estaba oscureciendo nos hicieron parar el trabajo… como suele pasar  no todo lo que brilla es oro y siempre hay alguien que no está de acuerdo. Un policía no estaba nada feliz con que pintemos y seguro un par más de personas. Justificaron su desconformidad diciendo que “contaminábamos”  (¿¡?) pero obviamente tras  la escases de fundamentos  pudimos seguir con nuestra labor. Pintamos varias tardes acompañados de tereres bien helados que nos salvaron del terrible calor de ese pueblo.
La gente por primera vez en nuestras experiencias pintando no se mostró abierta, agradecida  o interesada. Fueron pocos los que se acercaron a charlar, a preguntar a intercambiar experiencias. Esos pocos nos dijeron que ese pueblo estaba mal gobernado, quienes mandaban pretendían que ese sea un pueblo fantasma, que nada mejore.
Al tercer día sufrimos un “atentado”. Al llegar a nuestro puesto de “trabajo” encontramos que alguien había dejado la huella de sus manos en reiteradas partes de la pared con pintura oscura. Sin dudas nos tiró abajo, nos quitó fuerza pero no dejamos de pintar. Los 4 hicimos sin duda un buen equipo, Ana y Ser, los abrazamundos, son personas muy tranquilas que transmiten mucha paz y quizás por eso llegamos a un viernes glorioso con un mural terminado a puro color. 


Nos fuimos contentos, al menos con una alegría propia, quizás sin compartirla tanto como nos pasó en otros lugares donde la alegría es más por conocer gente hermosa que por las pinceladas dadas. Pero sabemos que de un modo u otro al menos algunas personas esos días vieron algo distinto a sus rutinas de días y días iguales, vieron “turistas” o “gringos” dejando color, dejando un mensaje de igualdad, de que todos, a pesar  de las diferencias de piel, estatura, peso, edad, todos… somos iguales.
Charlando con una vecina (porque nadie se la juega a imaginar, todos quieren saber qué significa):  le contábamos que para nosotros esas casitas apiladas eran el paisaje que nos representaba a Latinoamérica:  las favelas de Brasil, las casitas de Quito, las montañitas llenas de casitas de colores de tantos lugares que conocimos… y ella preguntó: ah, ustedes vienen de Latinoamerica???
Ese dia al menos esa señora se enteró que ella también es Latinoamericana… como nosotros los argentinos, como los peruanos, bolivianos, ecuatorianos, brasileños, panameños, mexicanos, ticos, nicas, chapines, salvadoreños, catrachos, como los paraguayos, uruguayos, chilenos,  como los venezolanos, como ella: colombiana. 

Seguimos camino juntos con planes de cambiar de país, llegar a Venezuela, un país del que mucho nos dijeron pero ya teníamos ganas de sacar las propias conclusiones… porque si algo aprendimos es que las experiencias son completamente personales y un país es percibido de distinta manera dependiendo de la persona, del momento, de la compañía y muchos otros factores.
Hoy, publicando este blog y después de casi tres meses en esa intrigante Venezuela aún seguimos sin definir nuestros pensamientos ante este país, sin entender muchas cosas. La próxima será entonces una entrada del blog multicolor, de negros a blancos, de oscuros a claros, un poco de todo, un poco de lo mucho que hay para ver en este nuevo país, nuestro país número   15 de esta gran travesía. 

1 comentario:

  1. Buena chicosssssssssssss! me encanta! que coloretes!!! chau pueblo mala onda! vayan donde hay buena vibra!!! me encantó como les quedó! les mando un beso grande! buen viajeeeeeee! pipi

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